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La perversión: 
Comúnmente se entiende “perverso” como un adjetivo que se aplica a quien actúa con maldad, que corrompe las costumbres o el orden de las cosas, que daña a otros con sus conductas, sentimientos o impulsos de manera intencional y disfruta con ello.

La perversión es una estructura o posición subjetiva que las personas adoptan y que permite mantener el goce de la fantasía de plenitud
, es decir, se reniega de los límites, de lo imperfecto, se presenta una seria renuencia para aceptar y asumir limitaciones y carencias, tanto propias, como, primordialmente, la “falta” de perfección y de plenitud del Otro Omnipotente.

Expliquemos con un ejemplo sencillo: Digamos que un niño espera con ilusión la llegada de los Reyes Magos. Un día descubre que la magia en la que confiaba no existe, y frente a la frustración de este descubrimiento, surge la tentación de “hacer como que no se ha dado cuenta”, con la ilusión que de esta manera la magia no se acabará y podrá seguir gozando de ésta.


este ejemplo, el niño en cuestión habrá demostrado renuencia a aceptar que la magia no existe, por no convenir a sus intereses, por tanto desmiente la realidad y la suple con su fantasía.

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HABLAR es fácil, pero CALLAR requiere prudencia y dominio.
HABLAR oportunamente, es acierto.
HABLAR frente al enemigo, es civismo.
HABLAR ante la injusticia, es valentía.
Foto: El arte de hablar… La virtud de callar
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HABLAR es fácil, pero CALLAR requiere prudencia y dominio.
HABLAR oportunamente, es acierto.
HABLAR frente al enemigo, es civismo.
HABLAR ante la injusticia, es valentía.
HABLAR para rectificar, es un deber.
HABLAR para defender, es compasión.
HABLAR ante un dolor, es consolar.
HABLAR para ayudar a otros, es caridad.
HABLAR con sinceridad, es rectitud.
HABLAR de sí mismo, es vanidad. 
HABLAR restituyéndote fama, es honradez.
HABLAR disipando falsos, es conciencia.
HABLAR de defectos, es lastimar.
HABLAR debiendo callar, es necedad.
HABLAR por hablar, es tontería.
El arte de hablar… La virtud de callar
Safo, la poetisa griega en los frescos de Pompeya
CALLAR cuando acusan, es heroísmo.
CALLAR cuando insultan, es amor.
CALLAR las propias penas, es sacrificio.
CALLAR de sí mismo, es humildad.
CALLAR miserias humanas, es caridad.
CALLAR a tiempo, es prudencia.
CALLAR en el dolor, es penitencia.
CALLAR palabras inútiles, es virtud.
CALLAR cuando hieren, es santidad.
CALLAR para defender, es nobleza.
CALLAR defectos ajenos, es benevolencia.
CALLAR debiendo hablar, es cobardía.
 
Debemos aprender primero a CALLAR para luego poder HABLAR…
 
Recuerda siempre:
 
“Que tus palabras sean más importantes que el silencio que rompes”…
 
Autor desconocido
HABLAR para rectificar, es un deber.
HABLAR para defender, es compasión.
HABLAR ante un dolor, es consolar.
HABLAR para ayudar a otros, es caridad.
con sinceridad, es rectitud.
HABLAR de sí mismo, es vanidad. 

HABLAR restituyéndote fama, es honradez.
HABLAR disipando falsos, es conciencia.
HABLAR de defectos, es lastimar.
HABLAR debiendo callar, es necedad.

HABLAR por hablar, es tontería.
arte de hablar… La virtud de callar
Safo, la poetisa griega en los frescos de Pompeya

CALLAR cuando acusan, es heroísmo.
CALLAR cuando insultan, es amor.
CALLAR las propias penas, es sacrificio.

CALLAR de sí mismo, es humildad.
CALLAR miserias humanas, es caridad.
CALLAR a tiempo, es prudencia.
CALLAR en el dolor, es penitencia.

CALLAR palabras inútiles, es virtud.
CALLAR cuando hieren, es santidad.
CALLAR para defender, es nobleza.
CALLAR defectos ajenos, es benevolencia.
CALLAR debiendo hablar, es cobardía.

Debemos aprender primero a CALLAR para luego poder HABLAR…

Recuerda siempre:

“Que tus palabras sean más importantes que el silencio que rompes”…

Autor desconocido

para reflexionar

Trabajar con el corazón


A un albañil, ya mayor, le llegó el momento de su jubilación.

Así que fue a ver a su jefe con el que había trabajado durante muchos años, y le comentó sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y poder disfrutar de su familia y su jubilación.
El jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía y así se lo dijo, pidiéndole, como favor personal, que construyera una última casa. El albañil accedió, pero su mente y su corazón ya no estaban allí, así que utilizaba materiales de inferior calidad, no estaba atento a lo que hacía y su trabajo dejaba mucho que desear. Era una desafortunada forma de acabar su carrera.
Cuando el albañil finalmente acabó la construcción, su jefe fue a inspeccionar la casa, y al finalizar la visita, cogió las llaves de la puerta principal y las tendió al albañil:

- Tu última casa... este es mi regalo para ti.
El amor es como una estrella: se regala.
Era una de esas tantas veces que discutíamos sobre cosas sin importancias, hablábamos de trivialidades, y así nos debatíamos en banalidades.

Siempre en la espera de la ansiada hora para salir a mi trabajo, tú para el tuyo, donde pasarán las horas estrepitosamente, y tú, inmutable sentado en la oficina mirando tras la ventana la cotidiana vida, sin hacer nada por cambiar la misma rutina.

Tu preocupante leer el periódico para ver el deporte, primero el baseball, luego todos los demás, aunque ni lo entiendas, es solo costumbre como toda tu vida que se basa en costumbres.

Ya en la tarde los dos terminamos, llegamos cansados y sin ganas de comentar nada, solo bañarnos y comer para luego como todas las noches ir a la cama..

Y así los días y días interminables sin variación, igualitos, como si el tiempo se hubiese detenido en nuestra casa.
Por fin a descansar, con el pequeño intervalo de tratar de querer hacer el amor, la misma rutina, la misma posición, los mismos besos, las mismas caricias, el mismo dar y recibir, las mismas ganas de terminar y descansar.

¿Que día y que instante se perdió, la pasión, los deseos, las ganas de estar juntos , las ilusiones , los sueños de amor? ... creo fue culpable la vida, el trabajo, las preocupaciones, el deseo de tener un carro mejor, una casa mejor, dejó en tinieblas, nuestro bello amor..

Que pena… mira lo que ha quedado de aquella pareja que antaño soñaba, con un hogar feliz, solo puras canas en el pelo, en sus ojos cansancio de no disfrutar la vida, unas libras de más que indican que hasta su peso se les fue de las manos.


Y en su rostro un aburrimiento total, y un desgano del alma, un millar de ilusiones frustradas, y unos deseos desesperados que ahogados están hace mucho, o perecieron poco a poco y tristemente en la rutina.