¿Dónde estás? Te grité aquella mañana temblando de dolor, desesperado, y mi tristeza se elevó hecha grito en la tranquila paz de tu Sagrario. ¿Dónde estás? Volví a gritar con voz más fuerte quebradas las barreras de mi llanto. ¡No puedo soportar este silencio! ¿Dónde estás, mi Señor? ¡Te estoy buscando! "¡ AQUÍ ESTOY !" gritaste en mi conciencia. Y un mendigo cubierto con harapos me vino a visitar en mis recuerdos cargando su silencio resignado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario