Forzar nunca conduce a nada bueno. La vida te da señales muy claras del camino a seguir, sin embargo muchas veces, por capricho, ambición, soledad o vanidad ignoramos el sendero, creemos que somos capaces de cambiar a las personas o de cambiar hechos tangibles, como resultado, lo único que conseguimos es perder el tiempo y en algunos casos complicamos más nuestra existencia. En la medida en que dejamos fluir nuestro destino, mucho menos forzado será el camino.
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