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martes, 16 de diciembre de 2014

LA TRISTEZA Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo: - ¿Me conoces? Me volví y le contesté: - No recuerdo tu nombre. Ella me dijo: - Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo. Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire. Permanecí en silencio y luego le pregunté: - ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas? Ella sonrió sin contestarme. Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo de aprender el lenguaje de las sonrisas. Me recordó: - Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre. Avergonzado, respondí: - Es verdad, pero los años han pasado. Después, con su mano entre las mías, le dije: - Pero tú también has cambiado. Entonces, ella me contestó, serena: - Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz. Rabindranath Tagore.

Foto: LA TRISTEZA
Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo:
- ¿Me conoces?
Me volví y le contesté:
- No recuerdo tu nombre.
Ella me dijo:
- Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo.
Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire.
Permanecí en silencio y luego le pregunté:
- ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?
Ella sonrió sin contestarme.
Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo
de aprender el lenguaje de las sonrisas.
Me recordó:
- Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre.
Avergonzado, respondí:
- Es verdad, pero los años han pasado.
Después, con su mano entre las mías, le dije:
- Pero tú también has cambiado.
Entonces, ella me contestó, serena:
- Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz.
Rabindranath Tagore.

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