Gozo
Mi vida está llena de gozo.
Cuando deseo mayor felicidad en mi vida, elijo actividades que cultiven el gozo. Permito que la alabanza y la gratitud sean mis compañeras cotidianas.
Creo un vínculo fuerte y ameno con familiares y amigos, los aliento siendo alegre y brindándoles apoyo. Y a cambio, ellos también me dan ánimo. Mi gozo aumenta al compartirlo.
Es tan contagioso como la risa —una persona alegre contagia a otros con su espíritu, y el gozo se expande.
El gozo es un estado mental que puede ser fomentado. Las palabras, las acciones y los pensamientos gozosos abren el camino para que el espíritu de Dios se exprese plenamente en nuestras vidas. Vibro con vitalidad al infundir mi vida con gozo.
Él llenará aún tu boca de risas, y tus labios de júbilo.—Job 8:21