Lo mejor de mí
Vivo partiendo del centro crístico de mi ser.
Sé muy bien que no debo compararme con los demás. Hacer y ser lo mejor que soy capaz es un compromiso sagrado y personal. Con mi mente centrada en el Cristo morador, presto atención a mi comportamiento y actitudes.
Al dedicarme a lograr mi potencial crístico quizás me sorprenda todo lo que puedo lograr. Cada día, y en todo sentido, descubro el gozo y poder de vivir partiendo de la fortaleza del Cristo morador. Descubro que soy ilimitado al ir más allá de mi zona de comodidad en asuntos grandes y pequeños. En mí yacen la sabiduría y la capacidad necesarias para tener éxito. Tengo fe en los buenos resultados que provienen del espíritu crítico que se expresa por medio de mí.
Al siguiente día, Jesús quiso ir a Galilea; encontró a Felipe y le dijo: “Sígueme”.—Juan 1:43