El amor es capaz de encontrar un rostro entre una multitud, un paso inconfundible en una larga caravana, el calor de una mano entre muchas palmas tibias, una lágrima entre una catarata, una mirada entre cientos de ventanas… Detecta con seguridad un suspiro, un silencio, un canto, una risa, un grito en la dispersión del ruido expansivo.
El amor llama a la unidad, no a la división. Es grande, hospitalario, generoso, benefactor, radiante, pleno en sí mismo, bello. Instala al ser humano en su mejor condición en el cosmos.
El amor es lúdico, le gusta del buen humor, de los juegos irónicos, de lo simple, de la síntesis y de los hallazgos valiosos imprevistos.
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