Déjame estrujar, tus pétalos de miel,
hacer de un día el manjar del deseo,
romper en llanto, a la hora de la luna,
mirar cada sollozo, en una sábana alba,
sentir un beso, en la cadencia de tu cuerpo,
oler el aroma que destilas en tus labios,
bordar con suspiros, el lienzo de tu alma,
gritar cada gemido, en la fuente de tu centro,
explotar en el cielo tu deseo y el mío,
para desfallecer en caricias, un suspiro eterno.
Déjame regresar, hasta tus labios tensos,
oler el perfume de tu respiro hondo,
tocar tu savia, que envuelven tus besos,
acariciar la esquina de tu boca ardiente,
llevar mis dedos, por la calle ancha de tus deseos,
unir nuestros bordes y zanjar nuestra dicha,
alzar la delicia que segrega nuestro amor.
Déjame unir mi piel con tu horizonte,
sentir tus laderas, que me llaman sedientas,
estrujar tus montañas, hasta que brote deseo,
subir al pico más elevado y sollozar en truenos,
de ahí, bajar por los prados ardientes hasta tu valle.
ahí otear, tu quebrada honda que desgrana pasión,
enfilar la dicha, en el claustro de tu río,y saciar tus deseos hasta llegar al cielo
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