Santiago de Chile, (EFE).- A ritmo de baladas, funky y pop,
la estadounidense Jennifer López derrochó sensualidad en el tercer concierto de
gira Dance again que la llevó a Santiago de Chile, donde su novio y sus dos
pequeños hijos estuvieron presentes, de una u otra forma, en el escenario.
A sus 42 años, la "chica del Bronx" neoyorquino, como ella
misma se definió ante el público santiaguino, volvió a demostrar que es una
artista con mil caras, curtidas a base de una exitosa carrera que la ha
convertido la celebridad más poderosa del mundo, según la revista Forbes.
Con apenas quince minutos de retraso, la artista de origen
puertorriqueño se elevó sobre el escenario del Movistar Arena envuelta en un
vestido de plumas que pronto desaparecieron para dejar paso a un sofisticado
diseño transparente con incrustaciones que ocultaban las partes más sensibles de
su cuerpo.
Premunida de un bastón y flanqueada por un ejército de
bailarines, J.Lo, como la conocen sus más fieles admiradores, abrió la noche con
toques de cabaret y los sonados acordes de "Get right", "Love don't cost a
thing", "I'm into you" y "Wating for to you".
Fue el comienzo de una descarga de pirotecnia, efectos de
luces y columnas de humo, que estuvo acompañada de un cuidado despliegue
audiovisual, con vídeos que hacían amena la espera de cada cambio de vestimenta,
hasta seis, de la reina de la noche.
Como tal ejerció Jennifer López, consciente de que su
cuidada estética y la sensualidad que despliega son parte integral de su
estela.
Pero, entre letra y letra, la codiciada artista demostró
también que es capaz de interactuar con sus seguidores -11.000 disfrutaron con
ella este martes- mucho más de lo que suelen hacer los cantantes de su
talla.
Para eso, sin embargo, tuvo que poner en práctica un español
que, hablado, sorprende al sonar un tanto agudo y estridente en su voz, la misma
que dio síntomas de fatiga en algunos agitados pasajes de su coreografía.
De vuelta al escenario, convertido ya en un ring de boxeo,
Jennifer López apareció con un pantalón ancho, entre combativa y deportista,
para rememorar con "Goin'in" y "I'm real" el ambiente rapero del barrio
neoyorquino del Bronx que la vio crecer.
"Así se hace, ¿no? Cuando te caes te levantas otra vez. Así
lo hacemos en Nueva York", contó la cantante en un correcto español de tintes
boricuas, con el que se sinceró con el público en más de una ocasión.
Enfundada después en un largo traje rojo y acompañada por un
solitario guitarrista, Jennifer López se sentó en un taburete para proponer a
sus oyentes conversar sobre amor. "Yo puedo hablar de amor... uff!", espetó con
una risotada.
Llegó entonces el momento más íntimo de la noche, con las
confesiones de "If you had my love", su primer número uno. "Muchas cosas han
pasado desde entonces", recordó la artista antes de interpretar "Qué
hiciste".
Con "Until it beats no more", sus hijos, los mellizos Emme y
Maximiliam, de cuatro años, fruto de su matrimonio con Marc Anthony, saltaron a
las pantallas, retratados en un vídeo que los muestra junto a su madre en
distintas escenas íntimas.
Pero la madre cariñosa se volvió a transmutar en seductora
artista y, tras interpretar el eléctrico "Do it well", pedía a sus asistentes
una botella de agua y una toalla para paliar el calor que sólo ella podía
sentir, después de tanta coreografía, en la gélida noche santiaguina.
Parte de su polifacética carrera es también su incursión
como cazatalentos en el programa de televisión "¡Q'viva! The Chosen". De él
rescató a uno de los participantes chilenos, Pablo Peña, que apareció en la
tarima para interpretar un breve solo de guitarra.
Para la artillería final se reservó dos de sus temas más
recurrentes en las pistas de baile, "Let's get loud" y "On the floor", y, tras
el amago de irse con un "muchas gracias Chile", regresó para cerrar con "Dance
Again", el sencillo que da nombre a esta gira y que interpretó junto a su novio,
el bailarín Casper Smart.
Con él y con sus hijos partirá ahora rumbo a Argentina y a
Brasil, donde volverá a desenfundar su talento para 'bailar de nuevo'.
EFE