Las cosas más valiosas en la vida no tiene precio y son las que más valen, las de más alto valor.
Con que compraríamos el azul del cielo, la sonrisa de un niño, la mirada tierna de un abuelo, el cariño de una madre o de un padre, el canto de las aves, el follaje de los árboles, el oxigeno que respiramos, un abrazo fraterno, un beso sincero.
La realidad es que somos inmensamente ricos.
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