Atrévete a decir lo que piensas, lo que sientes, aún cuando los demás no estén de acuerdo....
Atrévete a admitir que estás predestinado a ser feliz, que la armonía y la paz son tuyas por derecho, que por el sólo hecho de haber nacido mereces la felicidad…
Atrévete a reconocer que cada situación tiene su enseñanza, que los momentos de gozo nos enriquecen tanto como las tribulaciones, que hay fuerza dentro de ti para enfrentar cualquier evento, planificado o no, que una hora vivida es una lección aprendida…
Atrévete a pedir en grande, todo lo que anheles, porque mereces lo mejor, porque lo vales, y lo que tus palabras decreten con fe llegará a ti tarde o temprano…
Atrévete a equivocarte y seguir adelante, porque todo lo que no acaba contigo te hace más fuerte, porque triunfa el que continúa a pesar de sus faltas, y tú eres un triunfador... — s.
Atrévete a admitir que estás predestinado a ser feliz, que la armonía y la paz son tuyas por derecho, que por el sólo hecho de haber nacido mereces la felicidad…
Atrévete a reconocer que cada situación tiene su enseñanza, que los momentos de gozo nos enriquecen tanto como las tribulaciones, que hay fuerza dentro de ti para enfrentar cualquier evento, planificado o no, que una hora vivida es una lección aprendida…
Atrévete a pedir en grande, todo lo que anheles, porque mereces lo mejor, porque lo vales, y lo que tus palabras decreten con fe llegará a ti tarde o temprano…
Atrévete a equivocarte y seguir adelante, porque todo lo que no acaba contigo te hace más fuerte, porque triunfa el que continúa a pesar de sus faltas, y tú eres un triunfador... — s.
Dejar ir
Al dejar ir y dejar a Dios actuar, estoy en el fluir de la vida.
Deberes, trabajos, compromisos —siempre tengo mucho qué hacer. A veces, tal vez permita que mi lista de cosas por hacer me domine, en vez de ser lo contrario. Mas hoy asumo un enfoque diferente: dejo ir. Dejo ir el apuro, el resentimiento, el perfeccionismo y cualquier sentimiento de insuficiencia.
Enfoco mi atención con gratitud en aquello que elijo hacer, consciente de la presencia de Dios. Permito que Dios me dirija a través de cada actividad con gracia y facilidad, y siento el gozo de dar. Al terminar, bendigo lo que he hecho y comienzo la próxima tarea. Trabajo de esta manera durante el día, dejando ir y permitiendo que Dios me lleve de una actividad a la otra. Estoy en el fluir divino y siento gratitud.
No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en mí.—Juan 14:1
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