Armonía
Creo armonía cuando estoy a tono con el orden perfecto de Dios.
Cuando la falta de armonía surge en mi vida, puedo culpar a otros por la discordia y hasta discutir con ellos. Mas el culpar a alguien no tiene un propósito positivo; sólo demora la paz.
No importa lo desagradable que alguien pueda parecer, siempre puedo mantenerme en armonía. Al orar, busco lo que tenemos en común y lo bendigo. Me alineo con la armonía de Dios —el mismo principio divino que rige el orden del universo.
En situaciones difíciles, no socavo la buena obra de la oración reaccionando negativamente. Permito que intensiones poderosas y compasivas llenen mi mente y dirijan mis respuestas. Me alineo con la armonía de Dios al bendecir fervorosamente a todos.
Bendigan a quienes los persiguen. Bendíganlos y no los maldigan.—Romanos 12:14
Bendiciones,
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