La gratitud, un valor que debe de crecer con cada uno de nosotros.
Una de las bases estructurales de cualquier proceso de crecimiento personal es la gratitud, que no es más que aprender a dar las gracias permanentemente por todas las cosas maravillosas que constantemente estamos recibiendo y disfrutando.
Dicen que de todos los sentimientos humanos la gratitud es el más efímero de todos.Quien agradece, merece lo que recibe y también merece recibir más.
Mírate al espejo, mírate en tus seres queridos, mira tu entorno familiar, mira con ojos de gratitud todas las cosas buenas que la vida te ha dado.
La gratitud puede enriquecer tu vida más que un millón de dólares. Tomar cada nuevo día como un regalo maravilloso es la experiencia más rica y no hay dinero que pueda comprarla.
Un día más es una oportunidad más para ver los árboles, el cielo, las montañas; para disfrutar una taza de café caliente, para ver tu programa favorito, para salir a pasear, para escuchar música, para bromear con tus familiares o amigos.
Ya seas una persona religiosa o no, el entender la vida como un obsequio te otorgará una actitud constante de agradecimiento, sosiego y armonía.
Piensa y reflexiona continuamente en aquello bueno que te ha pasado. Observa lo agradable que se desarrolla y toma forma en tu vida porque aún en medio de las tragedias que todos en algún momento enfrentamos siempre hay un hilo de luz, algo o alguien por quien sonreir.
El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena.
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