A tono
Estoy a tono con mi naturaleza divina.
Como he sido creado a la imagen y semejanza de Dios, mi esencia es divina. Al orar, afirmo mi naturaleza más elevada e invito a la claridad para que me muestre cómo expresar esa naturaleza en mis pensamientos, palabras y acciones.
En el silencio, sosiego mi mente y mi corazón. Tomo conciencia de mi alma y de la tierna presencia de Dios. Esta presencia está conmigo siempre. Descanso en ella en un rato de meditación.
Continúo mi práctica espiritual al regresar mi conciencia a las actividades del día. Permanezco atento al momento presente. A tono con mi naturaleza divina, hago resplandecer la presencia de Dios en el mundo.
Somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo.—Romanos 8:16-17
Bendiciones,
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